jueves, 16 de diciembre de 2010

Las Zambombas Jerezanas

Zambomba en la Plazuela


Dicen algunos estudiosos que la zambomba tiene su origen allá por el siglo XVIII en los pueblos de la sierra de Cádiz, casi aseguran que fué Arcos de la Frontera, y que debido al flujo de personas que venían a trabajar para la alta sociedad jerezana se fué instalando en la ciudad de Jerez.

Tanto los villancicos religiosos como los irreverentes, basados estos últimos en canciones populares, fueron llegando a nuestra ciudad y adaptándose de forma aflamencada en todos los barrios. Llegando a ser una seña de identidad para todo el mundo.

Yo puedo contar como ha ido evolucionando desde mediados los años 50 hasta la fecha ya que mi niñez se desarrolló en un barrio emblemático de Jerez como es San Miguel y sobre todo La Plazuela.

Recuerdo de niño aquellos patios de vecinos donde viviamos a veces hasta más de 200 personas y que cuando llegábamos a estas fiestas eran nuestras madres las que organizaban la zambomba en los patios, a los chicos nos enviaban a las vias del tren para traerles los "carrizos" y ellas mismas confecionaban la zambomba con tela de sábana y tinajas.

Recuerdo aquellas noches de relente alrededor de una fogata donde nos concentrábamos para cantar villancicos y donde cada vecino y vecina llevaban pestiños y "rosquetes" cocinados horas antes y algún que otro polvorón de "La Estepeña", y de beber sólo anís "La Asturiana" o del "Mono". Esa noche no había rencillas entre nosotros.
Cada día se celebraba en un patio distinto dentro del barrio.

A mediado de los 70 y debido al éxodo masivo de las familias que vivíamos en esos barrios hacia "las barriadas" se fué perdiendo ese espíritu de convivencia vecinal y sin darnos cuenta, de aquellas zambombas vecinales llegamos a la zambomba muy, pero que muy familiar.

Fué a partir de los 80 con los movimientos vecinales y las peñas flamencas cuando empezó a resurgir de nuevo la fiesta de la zambomba y desde entonces se ido extendiendo a otros ámbitos de la ciudad , -bares, bodegas, hermandades, y todo tipo de asociaciones ,- llegando a dia de hoy a ser un bien cultural para Jerez.

A pesar de todo esto que es bueno para mi ciudad a fuer de ser sincero, echo de menos aquella forma de vivirla en los patios donde no teníamos casi de nada pero no nos faltaba la verdadera convivencia.













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